Pues esto se acaba. Me parece mentira que hoy haga cuarenta y nueve días que salí de casa. Quizás a estas alturas de la vida, el problema es que el tiempo pasa muy, demasiado rápido. Igual es por eso que no se me ha acabado haciendo pesado este Camino, aunque cuando pienso en subidas como la de Montserrat y San Juan de la Peña por ejemplo que se me hacían interminables, casi cambio de opinión. Besos y abrazos de los compañeros al levantarnos. Antonio ya me felicitó ayer por si se le olvidaba hoy. Lo primero ir a dejar las mochilas al bar donde ayer las recogimos. Como Nuri no está al menos nos ahorramos llevar una. Esta vez tomamos el atajo corto pero con lo que no contábamos era con encontrar el bar cerrado. Vemos dentro luz y nos abre un chavalín que nos dice que hasta las nueve no abren y el no tiene instrucciones de nada. Le debemos dar pena y al final accede a que las dejemos en el portal vecino, el problema es que ha de marchar y Montse que lleva la suya no parece por ningún lado. Acaba dejando la puerta abierta y solucionamos el tema. Llega un taxi con Nuri y Ferrán que se une a los últimos kms. Tengo pendiente acabar de convencerlo para hacer el Camino. El resto de la familia, baja voluntaria nos espera en destino. Por fin nos ponemos en marcha pero nada más empezar me paran y empieza la primera sorpresa que me arranca alguna que otra lagrimilla de emoción.
Son las ocho y media. Creo que vamos sobrados de tiempo para desayunar, llegar al Obradoiro, abrazar a la gente, recoger la Compostela, pasar por el hotel y estar a las doce en la Misa del Peregrino aunque el ritmo del grupo no sea muy veloz que digamos. De momento ya estamos en Santiago de Compostela. Como buenos peregrinos paramos a desayunar en el primer sitio que encontramos, una cafetería italiana a cuya dueña casi volvemos loca.
Cada vez queda menos para el final, Rua das Concheiros, Rua San Pedro, de pronto alguien da una señal de alarma. Ha Montse le ha dado un «apretón» y busca un bar desesperadamente. Casi estamos en la Porta do Camiño donde digo podemos esperar la con más tranquilidad y amplitud pero paramos junto a la iglesia de San Pedro. Por lo menos al sol se está la mar de bien. Luego lo acabo comprendiendo al llegar a la Porta. Me han enredado como a un chino con todos mis respetos a tan honorable pueblo.
Menos mal que no me gusta llamar la atención e intento pasar discreto. De lágrimas mejor ni hablamos. A primera vista veo a todos los que esperaba más Enzo que al final ha podido arreglarlo.
Pero la sorpresa viene cuando del rincón donde se escondían salen Mipaco y Tina. Como podía acabar este Camino sin la compañía de mi primer compañero de viaje.
Que decir que a estas alturas somos la atracción, por un lado el gaitero y sus acompañantes por otro lado veinte personas con discretas camisetas azules y flechas amarillas. Los que más disfrutan aparte de nosotros son los extranjeros que no hacen más que hacerles fotos al gaitero, hasta parece que les molestamos. Hasta acabaré haciéndoles fotos a ellos con los de la música.
Quedan unos 500 metros hasta la plaza del Obradoiro que apenas recuerdo y que creo hago casi solo. Al llegar tengo la sensación de que desde muy arriba un par de personas me están viendo y que estarán orgullosos de mi. Unas pocas lágrimas más y a disfrutar de la fiesta pues el gaitero y sus amigas siguen tocando para diversión nuestra y de todos los peregrinos y turistas que se acercan.
Por poner una pega, lástima que el arzobispado, el ayuntamiento, la Xunta o quien sea no se hayan dado prisa para acabar el arreglo de la fachada de la Catedral para mi llegada.
Cada vez que veo a Montse acercarse a los músicos y decirles al final pienso que me van a tocar el Cumpleaños feliz con gaita, tambor y pandereta pero acaban con la muñeira de Chantada que no está nada mal.
También ha aparecido una fotógrafa de La Voz de Galicia que nos hace fotos a diestro y siniestro con su cámara y las nuestras. Otra sorpresa, llega Sara desde Pedrouzo. A este paso van acabar conmigo, que uno ya tiene una edad.
Ya más serenado, a recoger las notas a la oficina del peregrino, incluido el certificado de distancia, no se si calificarlo como invento recaudatorio. Cuando ven que vengo desde Barcelona me dicen que tienen la distancia desde Montserrat, al final le añadimos unos cuantos y aunque creo que se quedan cortos, lo damos por bueno. Al salir coincidimos con el padre y la hija holandeses con los que dormí en Sarria, me felicitan.
Pasamos por el hotel pero las mochilas de las nenas no han llegado, así que seguimos vestidos de peregrinos y corriendo hacia a misa que casi son las doce. Me cuentan que Sara y Dolors han estado haciendo gestiones para que me nombren pero me tengo que conformar que ya es mucho que mencionen que de Barcelona viene un peregrino de Barcelona. Los que me acompañan ya saben que va por mi.
Tenemos suerte y alguien ha pagado para que funcione el botafumeiro, todo un espectáculo aunque no estemos en el mejor lugar para verlo.
Luego hay que abrazar al Apóstol y aunque este feo el hacer fotos, creo que por la ocasión me lo perdonará.
Es una gozada pasear por Santiago y ver toda la gente que me acompaña. Anda que no les quedan bien las camisetas. Genial la idea.
Antes de comer una caña en La Tita donde probablemente sirven de tapa la mejor tortilla de patatas de Santiago, casi les llenamos el local. Y a comer.
Estrenamos restaurante para variar, A Curtidoría y pienso que la hemos acertado. Encima somos los justos para estar en una sola mesa y aunque noto a faltar algún que otro amigo, soy consciente que mi propuesta no deja de ser complicada por no llamarla de otra manera.
Y si me he pasado el camino colgando fotos de comida no va a ser menos ahora, ¿verdad?
Y como fin de fiesta la tarta con sus velas que conseguí apagar de un solo soplido.
Un soso discurso por mi parte pues tengo claro que lo de hablar en público nunca ha sido lo mío. Lo que si es verdad es lo que dije: OS QUIERO.
Para rematar emociones algún que otro parlamento como el de mi querida prima Carme y el de Antonio que lleva incluido un bonito detalle para mí y para todos los asistentes.
Regalo al cuello rápidamente pues el detalle se lo merece y al llegar a casa, buscarle un sitio destacado junto al regalo de Sara y José Ramón que no esperaba.
Tendré que ir acabando el blog. El problema es que no sé como.
Por cierto volviendo a lo de hablar en público, mientras nos relajamos en una terraza Dolors me pasa el teléfono, llaman de La Voz de Galicia para entrevistarme, no es el mejor momento pero creo que me suelto bastante. Mañana a comprar la prensa.
Poco a poco va marchando la gente, algunos hasta trabajan mañana aunque cada vez son los menos.
Ha sido un día emocionante que creo recordaré siempre al igual que la aventura que empecé un 24 de febrero y de la que han pasado casi 50 días. Igual se merece una reflexión aparte que dejo para otro día.
Antes de retirarnos a descansar todavía convenzo a los que quedan para acercarnos a la plaza del Obradoiro a la que supongo que volveré cualquier día de estos.